viernes, 8 de abril de 2011

Domingo de Ramos - Vivir la semana Santa

Domingo de Ramos El Domingo de Ramos es la puerta de acceso a la Semana Santa. Jesús entra a Jerusalén, donde sabe que entregará su vida. ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Con esta exclamación lo recibió toda la gente; también nosotros nos unimos a este saludo. La liturgia de hoy consta de tres partes: Bendición de los ramos. Procesión aclamando a Cristo Rey. Misa, en la que se lee la Pasión de Jesús. Buscamos revivir aquel momento en que Jesús es recibido como el Mesías Salvador. Sin embargo, hoy también se nos invita a no quedarnos solamente con el recuerdo de aquella entrada gloriosa. Afirmamos que queremos recibir a Cristo ahora, en este momento y a lo largo de nuestra vida. Si prestamos atención, vamos a notar que es una celebración que encierra un gran contraste: a la euforia del inicio sigue el drama del relato de la Pasión. ¿No es éste, de alguna manera, un símbolo de nuestra relación con Jesús? También en nuestros corazones conviven el entusiasmo y el abandono, la luz y la oscuridad. ¿Por qué llevamos el ramo de olivo a casa? El olivo es un árbol típico de la región donde vivió Jesús. Por eso los habitantes de Jerusalén salieron a festejar la llegada de Jesús llevando ramos de este árbol, como cuando nosotros agitamos banderas o pañuelos. En la Biblia, el olivo aparece muchas veces como símbolo de paz y amistad (o Alianza) de Dios con los hombres. La procesión que realizamos durante la celebración es un modo de expresar, en comunidad, la fe en Cristo Jesús, nuestro Salvador, el Enviado del Padre, el Hijo de Dios. Llevamos en las manos los ramos como signo de la paz y esperanza que queremos compartir con todos los hombres. Porque sabemos que siguiendo a Jesús y pasando nuestra propia pasión y muerte, viviremos la Resurrección definitiva junto a Dios, nuestro Padre. ¿Qué se hace con el olivo bendito? Los ramos bendecidos se llevan a las casas como signo de la bendición de Dios, de su protección y su ayuda. Los colocamos en el Crucifijo o en un cuadro religioso. Es un hermoso gesto dárselos a los familiares o vecinos como muestra de amistad y deseo de paz y esperanza. El olivo bendito es un sacramental, es decir, nos recuerda algo sagrado. En este caso, nos debe ayudar a recordar que hemos acompañado y aclamado a Jesús, y a animarnos a seguirlo todo el año.

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