(Trabajos de mis Alumnas de Segundo Medio)
Texto Guía:
NO SOMOS ISLAS Por Pedro Mª Zalbide
El creyente no es una isla, cerrada en sí misma egoístamente para salvarse del mar.
Estoy convencido de que seguir a Jesús, pertenecer a la Iglesia y trabajar en el Movimiento de Vida Ascendente constituyen un auténtico deporte. Como lo son el fútbol, el ciclismo o las regatas. Y todo deporte colectivo exige un equipo, donde han de brillar la solidaridad, la coordinación, el esfuerzo conjuntado de quienes lo integran, evitando protagonismos, divismos e individualismos que no hacen sino dispersar fuerzas y alejar el triunfo.
No entiendo de fútbol, pero me comentan (y lo comprendo) que, cuando uno o varios futbolistas se creen divos y único responsables del éxito olvidándose del resto del equipo, la competición pierde unidad y fuerza, dispersándose energías individuales valiosísimas y volviéndose estériles en aras de la vanidad de quienes las poseen.
No entiendo de ciclismo, pero me dicen (y lo comprendo) que, cuando un corredor, desoyendo las consignas de su director, osa desmarcarse de sus compañeros y emprende denodadamente una escapada en solitario, sin mucho tardar se ve alcanzado por los hombres del pelotón, encontrándose el ciclista visiblemente extenuado, y hasta con un sentimiento de fracaso, al constatar que sus esfuerzos han resultado inútiles.
Y tampoco entiendo de regatas, pero me indican los profesionales del remo (y lo comprendo), que el secreto de este deporte reside en la coordinación de fuerzas de quienes llevan adelante la trainera con exquisita sincronización, de suerte que, si alguien se despista e incurre en la torpeza de trabajar con “el remo cambiado”, la unidad del equipo se rompe, ocasionando un verdadero caos y desbaratando la actuación del resto de sus compañeros.
Y es que el trabajo en equipo se hace, casi siempre, imprescindible para lograr eficacia en cualquier tarea que emprendamos. Posee, en efecto, una serie de excelencias beneficiosas de valor incalculable: aúna nuestros esfuerzos, haciéndonos solidarios unos con otros; nos obliga a una humildad dialogal y tolerante, alejando de nuestro entorno el afán de protagonismo; nos torna comunicativos, evitando la tentación de vivir en solitario; genera eficacia, impidiendo que nuestras energías se dispersen e incluso polemicen entre sí; y crea amistad, pulverizando cualquier forma de egoísmo, mezquino y rastrero en un alma noble.
Está claro que la Iglesia, Cuerpo de Cristo (Pío XII) o Pueblo de Dios (Concilio Vaticano II), ha sido concebida como un auténtico equipo en el que todos trabajamos animados por un mismo Espíritu y donde la suma de carismas conjuntados debe brillar y significarse como un todo variado y armónico. Queda prohibido viajar solos. ¿Recordáis aquella emblemática expresión, acuñada por el movimiento Cursillos de Cristiandad, “salvarse en racimo”?
Me viene a la memoria la pequeña anécdota, por todos conocida, de aquellos obreros que trabajaban en la construcción de una catedral y que, preguntados por la tarea que realizaban, fueron respondiendo: “Yo estoy picando la piedra”, “yo estoy amasando el hormigón”, “yo estoy ultimando un relieve”, hasta que uno de ellos afirmó con rotundidad: “Yo estoy construyendo una catedral”.
Y es que, amigos creyentes, no somos islas.
Fuente: http://www.bizkeliza.org/index.php?id=1570&L=0
El creyente no es una isla, cerrada en sí misma egoístamente para salvarse del mar.
Estoy convencido de que seguir a Jesús, pertenecer a la Iglesia y trabajar en el Movimiento de Vida Ascendente constituyen un auténtico deporte. Como lo son el fútbol, el ciclismo o las regatas. Y todo deporte colectivo exige un equipo, donde han de brillar la solidaridad, la coordinación, el esfuerzo conjuntado de quienes lo integran, evitando protagonismos, divismos e individualismos que no hacen sino dispersar fuerzas y alejar el triunfo.
No entiendo de fútbol, pero me comentan (y lo comprendo) que, cuando uno o varios futbolistas se creen divos y único responsables del éxito olvidándose del resto del equipo, la competición pierde unidad y fuerza, dispersándose energías individuales valiosísimas y volviéndose estériles en aras de la vanidad de quienes las poseen.
No entiendo de ciclismo, pero me dicen (y lo comprendo) que, cuando un corredor, desoyendo las consignas de su director, osa desmarcarse de sus compañeros y emprende denodadamente una escapada en solitario, sin mucho tardar se ve alcanzado por los hombres del pelotón, encontrándose el ciclista visiblemente extenuado, y hasta con un sentimiento de fracaso, al constatar que sus esfuerzos han resultado inútiles.
Y tampoco entiendo de regatas, pero me indican los profesionales del remo (y lo comprendo), que el secreto de este deporte reside en la coordinación de fuerzas de quienes llevan adelante la trainera con exquisita sincronización, de suerte que, si alguien se despista e incurre en la torpeza de trabajar con “el remo cambiado”, la unidad del equipo se rompe, ocasionando un verdadero caos y desbaratando la actuación del resto de sus compañeros.
Y es que el trabajo en equipo se hace, casi siempre, imprescindible para lograr eficacia en cualquier tarea que emprendamos. Posee, en efecto, una serie de excelencias beneficiosas de valor incalculable: aúna nuestros esfuerzos, haciéndonos solidarios unos con otros; nos obliga a una humildad dialogal y tolerante, alejando de nuestro entorno el afán de protagonismo; nos torna comunicativos, evitando la tentación de vivir en solitario; genera eficacia, impidiendo que nuestras energías se dispersen e incluso polemicen entre sí; y crea amistad, pulverizando cualquier forma de egoísmo, mezquino y rastrero en un alma noble.
Está claro que la Iglesia, Cuerpo de Cristo (Pío XII) o Pueblo de Dios (Concilio Vaticano II), ha sido concebida como un auténtico equipo en el que todos trabajamos animados por un mismo Espíritu y donde la suma de carismas conjuntados debe brillar y significarse como un todo variado y armónico. Queda prohibido viajar solos. ¿Recordáis aquella emblemática expresión, acuñada por el movimiento Cursillos de Cristiandad, “salvarse en racimo”?
Me viene a la memoria la pequeña anécdota, por todos conocida, de aquellos obreros que trabajaban en la construcción de una catedral y que, preguntados por la tarea que realizaban, fueron respondiendo: “Yo estoy picando la piedra”, “yo estoy amasando el hormigón”, “yo estoy ultimando un relieve”, hasta que uno de ellos afirmó con rotundidad: “Yo estoy construyendo una catedral”.
Y es que, amigos creyentes, no somos islas.
Fuente: http://www.bizkeliza.org/index.php?id=1570&L=0
TECNICA DE COLLAGE
Definición: El collage es una técnica artística, consistente en el pegado de diversos fragmentos de materiales sobre una superficie.
Ya en 1899, Pablo Picasso experimentaba pegando fotografías a sus dibujos, pero en 1912, incorporó una rejilla de hule a su obra “Naturaleza muerta con silla de rejilla”. Sal mismo tiempo, su amigo Georges Braque realizaba los primeros papiers collés, agregando recortes de papel pintado imitación madera a su obra en “Tête de femme” (1912).
Formas de el collage: Mediante el manejo de los materiales elegidos para el collage, se logra una composición original e imaginativa.
Forma que son las más utilizadas: Collage con papel y cartulina: Puede emplear variantes como papeles arrugados, mojados por la lluvia, a color, en blanco y negro, pintados o decorados con lápiz, acrílico, carboncillo, periódicos, folletos, carteles, boletines, programas, etc. Se emplea cola blanca para el pegado y el soporte es cartón rígido.
ACTIVIDAD EVALUADA:
A partir de la guía “NO SOMOS ISLAS” elabore un collage que sintetice las ideas más importantes:
Formato: 27x37.5 cm
Enmarcado: 2 cm
Técnica: Collage
Definición: El collage es una técnica artística, consistente en el pegado de diversos fragmentos de materiales sobre una superficie.
Ya en 1899, Pablo Picasso experimentaba pegando fotografías a sus dibujos, pero en 1912, incorporó una rejilla de hule a su obra “Naturaleza muerta con silla de rejilla”. Sal mismo tiempo, su amigo Georges Braque realizaba los primeros papiers collés, agregando recortes de papel pintado imitación madera a su obra en “Tête de femme” (1912).
Formas de el collage: Mediante el manejo de los materiales elegidos para el collage, se logra una composición original e imaginativa.
Forma que son las más utilizadas: Collage con papel y cartulina: Puede emplear variantes como papeles arrugados, mojados por la lluvia, a color, en blanco y negro, pintados o decorados con lápiz, acrílico, carboncillo, periódicos, folletos, carteles, boletines, programas, etc. Se emplea cola blanca para el pegado y el soporte es cartón rígido.
ACTIVIDAD EVALUADA:
A partir de la guía “NO SOMOS ISLAS” elabore un collage que sintetice las ideas más importantes:
Formato: 27x37.5 cm
Enmarcado: 2 cm
Técnica: Collage
Profesor Mauricio
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